15 ene 2009

El termómetro del mercurio

Comentábamos en la primera noticia de este blog una de las consecuencias del progresivo deshielo del Ártico: la aparición de una nueva fuente natural de metano. Pues bien, parece que ahora es el turno del mercurio.

A continuación unos extractos de esta noticia publicada recientemente por el diario Público:

El deshielo del Ártico libera mercurio al océano

Las emisiones de mercurio han disminuido durante la última década. La regulación de residuos y los tratamientos alternativos en diferentes procesos industriales parecen haber surtido efecto. Sin embargo, los niveles del llamado "mercurio orgánico" o metil mercurio han aumentado en el Ártico, en animales como belugas u osos polares, durante el mismo lapso de tiempo.
Esta aparente contradicción puede ser debida a uno de los efectos del cambio climático. El mercurio es un elemento muy volátil, que se desplaza a grandes distancias por el aire desde los lugares templados, donde hay más actividad industrial, a los polos, gracias a las corrientes. Este metal líquido es absorbido al contactar con el agua de mar, y puede pasar a formar moléculas de metil mercurio.
"Hay otro problema añadido", continúa Wang."La capa de permafrost, ese suelo que se mantiene congelado todo el año debido a las bajas temperaturas en zonas como Siberia o Canadá, cada vez es menor". El deshielo del permafrost también incentiva la absorción de mercurio por parte del agua en estado líquido. Y el agua que se descongela en tierra siempre va a parar al mar.
En invierno, la cantidad de mercurio en el aire es de unos 1,6 nanogramos por metro cúbico; en verano, cuando el deshielo transforma el estado del agua de sólido a líquido, esos niveles de mercurio bajan en el aire hasta 0,1 nanogramos por metro cúbico.
"Hemos dejado de emitir mercurio de forma descontrolada", dice el doctor Gary Stern del departamento de Pesca y Océanos de la misma Universidad de Manitoba, "pero animales como las belugas aumentan su tendencia a acumularlo en el cuerpo".
Es la formación y disolución de este hielo la que parece favorecer la entrada de mercurio en el ecosistema marino, por lo que, aunque haya disminuido la fuente de emisión, mucho del mercurio que circula por la atmósfera podría acabar movilizándose hacia el océano.

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